0 El (des)empleo juvenil

Ya hay 1,56 millones de jóvenes sin trabajo, el doble que hace 3 años. 304.100 son titulados superiores que miran al extranjero. Del resto, muchos están sin estudios y en riesgo de exclusión. Por F. Núñez y M. Vega

Una carrera difícil, una laboriosa tesis doctoral y varios premios académicos para llegar a los 30 años siendo casi mileurista. Ésta es la oferta laboral que la investigación española ofrece a la bioquímica Olga Antón. La industria estadounidense sí parece valorar su trabajo y por ello, tanto ella, como su futuro marido, Javier Traba -ambos investigadores premiados por la Universidad Autónoma de Madrid-, se marcharán en junio a Washington para seguir investigando gracias a la financiación público-privada que EEUU ofrece a la I+D. Allí, ganarán casi el triple.

Su caso no es raro. Ingenieros, arquitectos o financieros figuran también entre los licenciados españoles a los que la crisis y la falta de un modelo económico ha obligado a hacer las maletas sin billete de vuelta. Los sociólogos coinciden en que el problema no es que este talento se marche un tiempo fuera. El verdadero drama es que este país no tenga una oferta para que puedan volver.

El talento se va, mientras otros jóvenes sin formación se ven abocados a vivir de la ayuda de sus padres o de subsidios a la espera de que la economía remonte, y sin garantías de que algún día puedan reengancharse al mercado laboral.

Cuatro de cada 10 jóvenes con menos de 30 años no tiene trabajo, ni la esperanza de encontrarlo en los próximos meses o años. España registra la tasa de desempleo juvenil más elevada de toda la UE con un 42,69%, frente al 17,70% que tenía en 2007, antes de la crisis. Ya hay 1.562.700 jóvenes sin trabajo.
Ésta es la generación que tendrá que sostener las pensiones y a la que se exigirá 38,5 años cotizados para tener derecho a un subsidio.

Fuga de talento. Los bioquímicos Olga Antón y Javier Traba en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de la Autónoma de Madrid. Doctores Cum Laude, se van a vivir a Washington para continuar con sus investigaciones. Viajan atraídos por unas mejores condiciones y por el mayor reconocimiento que se da en EEUU a su trabajo. En España, temen que se agoten los fondos públicos que financian sus proyectos