El madrileñismo lo acuñó Ramón Mesonero Romanos rasguñando el carácter y semblanza del cesante don Homobono Quiñones, y, a partir de aquí, el madrileñismo fue ya cosa de Ramones, como Valle-Inclán, que revocó el Callejón del Gato, con Gómez de la Serna, que escribió sus letanías, o como el mismo Ramoncín, que, en su día, fue el comodín madrileñista de los modernos que llegaban a Madrid a llenar el estómago en un conjunto "pop", o sea, la basca, que es el verdadero tipismo de Madrid, al igual que en tiempos de Camba lo eran los peones de albañil.
Ignacio Ruiz Quintano
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