sábado, 12 de febrero de 2011

0 Una revolución desde la barrera

"Os rogamos, mi sabio lord, que nos expliquéis con pormenores, justa y religiosamente, si la ley sálica que tienen en Francia nos excluye o no de nuestras pretensiones. Y Dios evite, mi fiel y querido lord, que arregléis, tortuéis o falseéis vuestra erudición, o que impongáis a vuestra conciencia una argumentación sofística para descubrirnos títulos dudosos, cuya legitimidad no coincidiese con los colores naturales de la verdad. Porque Dios sabe cuántas gentes, ahora saludables tendrán que verter su sangre en apoyo de aquello que vuestra eminencia nos impulse. Así, poned atención en la manera como comprometéis nuestra persona y despertáis la durmiente espada de la guerra. Os encarecemos, en nombre de Dios, que tengáis cuidado, porque nunca dos reinos semejantes han luchado sin una gran efusión de sangre, cada una de cuyas inocentes gotas sería un suspiro, una queja cruel contra el responsable de haber afilado la espada causante de tan vasta y rápida mortandad".
William Shakespeare
Y para entenderlo, simplemente ver el embrollo en Túnez y en Egipto.

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