lunes, 10 de octubre de 2011

0 Coitus interruptus esférico

De acuerdo que nos sentimos muy orgullosos de nuestros chicos. De Iniesta, de Torres, aunque menos, y de las dos finales ganadas. Aun así estarán conmigo: cuando la Liga empieza a funcionar el parón para la selección nos resulta un coitus interruptus. Máxime si ya estamos clasificados para la Eurocopa donde, caprichos de la UEFA, solo habrá cuatro cabezas de serie entre los que nos encontramos, claro, compartiendo cartel con Holanda, Polonia y Ucrania. ¿Y que supone eso? Pues que de una primera tajada nos puedan caer, a bote pronto, Italia, Alemania y, que se yo, Inglaterra en la fase de grupos y que asomaría la tortuga de los que dan por seguro otro éxito de los seleccionados por el Marqués. 

-“España es el problema y Europa la solución” que decía Ortega, aunque de no poner el autor se podría decir que es de Merkel.

Así, puestos a soñar ellos, encuentran en la mal llamada roja la solución a su vulnerabilidad patria deseando otra Armada Invencible. De ir cerrando bocas se encarga Xavi, de quien Díaz-Guerra dice que sin él España no hubiera ganado nada y el Barça ídem, aunque suena más a elucubración que a demostración de neutrinos. Al otro Xabi se le recibió en Praga con el plato típico, ensalada de hostias, que se recibe allá donde esté el donostiarra. Enseñaron los checos un equipo pobre y desolado, sin la fuerza que necesitan para estar presentes en la Eurocopa y dejando bien claro que la Primavera de Praga fueron tiempos pasados. Como me ha dicho el psicólogo que sea positivo y no es cuestión ahora de hablar del carácter de los checos, que ya habrá ocasión, rescataré de la criba a Rosicky, lo cual era de prever, y le haré la cruz a Baros que tuvo ocasión de lucir a Casillas y no lo hizo.

Hablar de Europa es hablar de Inglaterra a la que ahora, caprichos del destino, entrena un italiano. Capello les ha clasificado para la Eurocopa al estilo Capello: con un empate a dos ante Montenegro y la afición pidiendo su cabeza. Resulta paradójica la persecución del italiano, que viene siendo el único trabajador del viejo continente que consigue sus objetivos laborales y es puesto de patitas en la calle para escarnio público. Paradójico también es Rooney. Con su padre y su tío enchironados por amañar partidos, el veloz delantero que comparte estética e inteligencia con Srek, quiso solidarizarse con la familia y acabó expulsado por una patada de taekwondo que era el único arte marcial que nos quedaba por verle exhibir sobre el campo. Se perderá al menos el inicio de la Eurocopa y no sabemos llegados a este punto, si volverá a coincidir con Fabio.

El resto del fin de semana nos lo hemos pasado poniendo los cuernos, futbolísticamente hablando, al menos servidor. Volviendo al buenismo, hemos tenido tiempo para hacer todas esas cosas de las que normalmente nos escaqueamos con la excusa de un partido importante que, para estos casos, nos bastaría con un partido de la segunda división escocesa, por no dar leña gratuita al primero que se cruce. Hemos cortado el césped, paseado al perro, ido a misa y visitado a la suegra. Nos libramos ya hasta nuevo aviso o amenaza de divorcio. Madrugamos ayer para darnos cuenta que el rugby exalta más el nacionalismo que el fútbol. No hablo del haka, sino de la manera en la que aprietan las camisetas del compañero cuando suena el himno patrio. Aun así, con el nuestro no se podría. Como bien apuntó Trueba en una de sus previas, los himnos en general llaman a la revolución y el nuestro es una oda a la paella. Como los horarios son injustos y no tenemos tres televisiones para ver deporte, vimos caer a Nadal ante Murray. También corría Alonso que fue segundo por detrás de Button en la carrera en la que Vettel, que fue tercero, se proclamó campeón del mundo. Es de esas veces que suspiras aliviado con la derrota. Lo que lleva fraguándose un año y ha de suceder. Así pues, nos preparamos desde ya para el alonsismo que viene, para recuperar el Ferrari que fue. Para la rebelión de las masas. Como explicaba Ortega.
Darío Novo

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