martes, 22 de noviembre de 2011

0 "La sala de máquinas del Titanic"

[...]Atardecía en un Ferraz con efe de funeraria mejor que con efe de fiesta-de-la-democracia. La humedad del crepúsculo, el cinismo profético de los redactores y el filtrado de las primeras israelitas componían a la lorquiana hora de las cinco de la tarde una estampa muy Hitchcock. Faltaba un cuervo posado sobre el puño y la rosa de la entrada y graznando a cada periodista que pasara por debajo. No nos abrieron la puerta, por cierto, hasta las seis, así que uno se fue al bar a hacer tiempo y provisión de cafeína. El bar está vacío como ojo de tuerto y sondeo al barman, fuente acreditadísima de costumbrismo.
—Esto está helao. ¡En otras elecciones ya estaba petado a estas horas!
Entra un colega veterano de un diario nacional y se tira directamente al gin-tonic:

—La noche va a ser larga —comenta a modo de excusa.
Me convence –tampoco es difícil– y pido un whisky. El compañero, que ha viajado en la caravana de Alfredo, me cuenta que ha sido la campaña más dura de la media docena que ha cubierto, un madrugón incesante condenado a la melancolía de quien sabe que todo afán informativo se estrellaba contra la cera auricular del contribuyente hastiado.

Superado el trámite sovietizante de la acreditación, localizada una silla libre y testada la fluidez de la red wi-fi, los periodistas hormiguean por las entrañas de la sombría sede en un desparrame de excitación contagiosa. Al filo de las ocho se hace público el sondeo a pie de urna, que constata la debacle colorada. Se confirma el trasvase de voto del centro-izquierda a las minorías de izquierda pura, que han comido del PSOE como se nutren las crías del cadáver del salmón muerto. Pero Elena Valenciano sale al atril –enfundada en un resignado tono azul eléctrico– con un alarde de dientes a lo Pantoja y borda los dos lugares comunes que la ocasión exige, privándose sólo de lo del marco incomparable: “La principal ganadora es la democracia. Los datos no son definitivos, hay que esperar al final”. La sala donde se desarrolla su comparecencia luce más apretada que las mallas de una poligonera aquejada de bulimia. Uno teme que en cualquier momento nos abran la espita del Zyklon B.[...]
Jorge Bustos/La Gaceta
Leer el artículo completo de ayer en el blog de Jorge Bustos ¡A los molinos!

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