lunes, 7 de noviembre de 2011

0 Opio para el pueblo

La comparación con misa de 12 y el reparto de hostias es tan evidente en las crónicas de los lunes que empezaremos por él, con ese sentimiento de religión laica que dio en llamar Vázquez Montalbán al fútbol. A falta de debate entre Benzema e Higuaín, que parecen ser incompatibles a ratos, la duda de la mañana nos ponía de pies en la tierra: o café con leche, o cerveza  o el vino de la citada misa. Por si acaso el Madrid ya tiene tiene predicador.

-El que siembra con lloros, recogerá con cantares.

Tal el salmo del Bernabéu para un Osasuna con ocho bajas y un sancionado, que se llevó como cosecha siete pero marcó un gol de listo que encendió los ánimos de los rojillos y sacó los colores a los de Mourinho. No es dado Mou en encajar esta serie de giligoles y la arenga en el vestuario que huele a Armani Code y gomina por un tubo, tuvo que ser de las de te rondaré morena. La explicación de tanta gomina responde a algo tan metafísico como sublime en el mundo de los guapos. Solo así explicar que Cristiano tras tres chirlos seguía igual de peinado, más sonriente y suponemos que oliendo igual de bien. Cosas de las botas de oro. Hablando de religión, el portugués de cristiano solo tiene el nombre ¿de qué manera nos explicaríamos esa forma gratuita que ha tenido esta semana en hablar de Dios pidiéndole goles y no votos?
Hasta en la rueda de prensa Mourinho actúo como Guizot, en palabra del papa Gregorio XVI a conversación con Mme. Gasparin:

-“É un gran ministro. Dicono che nin ride mai”.

Por eso puede Mou impartir justicia entre Armani o entre bufandas. Es el carácter doctrinario el que le permite sacar al cristal de bohemia Sahín o repartir estopa a un campo de platea y foro. Que el cabrón no se ríe nunca.
En el otro lado del Manzanares las aguas andan mucho más revueltas lo que es mucho decir de un río en el que si llevas chanclas no te mojas los pies y encima lo tenemos que asumir como playa de Madrid. Para playa la que le espera a Manzano, toda la que quiera, ha acabado ya con la paciencia de la paciencia, que también es mucho decir, y la baja se prevé tan inminente como la caída de las listas de José Blanco.
No fue ni siquiera un partido espeso y no es porque Manzano no lo desee: si existe la esferificación del fútbol y el hacer espeso lo que es líquido Goyo es nuestro Ferrán Adriá. Se dieron situaciones de desesperación de tiempos pasados: el Casillas belga de manos blandas, Falcao pasado de tigre a gatito y Antonio López, que siempre ha sido Antonio López.
La afición estalló donde se comienzan las revoluciones en la actualidad, en Twitter. Lo dije ayer y me reafirmo: si la gente ladrara en el Calderón lo que ladra en la red el gilismo y por ende cerecismo, hubiera acabado hace quince años. Tamaña protesta cibernética cobraría razón de tomar algo de tierra, de pasar a ser parte audible en donde se juega, cada vez menos todo sea dicho, al fútbol: en el estadio. Mientras tanto se repetirán a escala los errores propios de cualquier intento de revolución por la red: cuando nos llamen a cenar el ordenador será desconectado.
Darío Novo

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