lunes, 28 de noviembre de 2011

1 Real Madrid 4-Atlético de Madrid 1: La historia interminable del nuevo siglo

La historia interminable o el derby madrileño, que viene a ser lo mismo desde que hace 11 años comenzara el siglo en el que nos encuadramos. Conviene recordar esto, sí, porque hasta entonces el Atlético superaba a sus vecinos habitualmente. De hecho, no mucho antes levantaba títulos de Liga y Copa en Chamartín. Pero estamos donde estamos, y la realidad dice ahora que, por unas cosas o por otras, los derbys son madridistas, dibujando el enfrentamiento capitalino más desigual en Europa. Además, el del sábado siguió la tónica habitual de los últimos derbys en la Castellana.
Si bien en el Calderón siempre se adelanta el Madrid a los pocos minutos, cuando no segundos, para dormir el partido hasta el final y matarlo a la contra (excepto en 2007, cuando Torres adelantó al Atlético y un segundo e inmediato gol de Perea fue anulado sin motivo alguno), en el Bernabéu los rojiblancos no suelen encontrar problemas de incio. Mista, Agüero, Forlán en Liga y Copa, Reyes, y el sábado Adrián, han sido capaces de perforar el arco enemigo de primeras. Hasta en seis ocasiones, por tanto, el Atleti se ha plantado con un 0-1 últimamente. Así las cosas, no es ni mucho menos un problema de planteamiento, sino de reacción.
En el derby que nos toca, hasta la jugada del empate los locales no habían pisado el área contraria. La presión que comenzaba Gabi en tres cuartos y las rápidas diagonales de Adrián, Diego y Arda lo hacían imposible. En la primera llegada del Madrid, una rápida pared plata a Benzema delante de Courtois, a quien quiebra hacia fuera siendo derribado: penalty y expulsión. Aquí llega el lío, las quejas y las opiniones. Y en realidad esto es más sencillo que toda controversia opinable, y es que la culpa es de la norma, y de quien la hace, que tiene el problema de no haberse vestido de corto jamás. Más allá de la interpretación subjetiva de si es o no ocasión manifiesta de gol en función del ángulo de apertura del delantero frente al portero, lo que no tiene sentido es el doble castigo en una sola jugada. Una pared, un mano a mano, y se acabó el partido. Se acaba desde el momento en que, aparte de un penalty, te expulsan sin haber juego agresivo de por medio. Como decía Casillas con razón, normativas como ésta no hacen más que incitar a la trampa: es mejor dejar pasar al delantero y continuar el partido con empate en igualdad numérica. A nadie se le escapa que, siendo ocasión manifiesta de gol fuera del área, la expulsión cobra sentido. Ahora bien, siendo dentro del área y sin existir agresión, la tarjeta amarilla y el penalty castigarían más que de sobra el asunto. Ahí están las estadísticas, y más de un 80% de los partidos en que se aplica esta jugada los gana quien sale favorecido por dicha norma, lo cual se antoja excesivo por una jugada aislada.
Pero pitó penalty, el portero se fue a la ducha y Cristiano hizo el empate. Para colmo, Manzano contribuyó al minuto del olvido retirando del campo a Diego para, incomprensiblemente, dar continuidad a Salvio, de quien todavía no se sabe ni qué cualidades tiene, ni de qué juega. Entró Asenjo, que llevaba más de un año sin defender una portería en partido oficial. En éstas, con un jugador menos contra uno de los equipos más rápidos y verticales que recuerdo, todavía el Atlético aguantó el empate hasta el descanso.
Pero ya era mucho pedir, y la tónica de los derbys siguió la senda al comenzar la segunda parte con dos claros errores de entendimiento entre Asenjo y Godín que supieron aprovechar Di María e Higuaín. El cuarto y definitvo llegó como el primero, con otro penalty y expulsión, esta vez a Godín tras caer con la espalda tropezado. Cristiano hizo el definitvo 4-1, y para entonces el Atleti agonizaba físicamente. El partido había terminado mucho antes.
Luis F.V.

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