miércoles, 21 de diciembre de 2011

0 Balotelli, príncipe de la extravagancia (II)

Con apenas 24 meses de edad, sus padres, Thomas y Rose Barwuah, supieron que su hijo no sería un niño como el resto. Mario sufría graves problemas intestinales, con una infección muy seria que ponía en riesgo su vida. Su familia, en el umbral de la pobreza, no disponía de los suficientes recursos económicos para combatir una enfermedad que amenazaba con llevarse al pequeño Mario al otro barrio. Pero Mario, acostumbrado a luchar desde el primer minuto de vida, superó su infección y salvó la vida. Impulsados por la necesidad de encontrar un futuro mejor, los Barwuah decidieron viajar hasta Italia, instalándose en Brescia. Allí tampoco les fue mucho mejor. Malvivían en condiciones penosas y pasaban penurias económicas, por lo que tomaron la decisión de entregar a su hijo a los servicios sociales italianos, con la esperanza de que alguna familia se hiciera cargo de su pequeño. Así fue. Los Balotelli entraron en escena y se hicieron cargo de aquel niño de color y lo adoptaron, como un miembro más de su familia. Tras la intervención de los tribunales locales de Brescia, Mario Barwuah pasó a ser Mario Balotelli, el hijo legal de Francesco y Silvia, que le dieron su apellido. En el hogar de los Balotelli encontró amigos, disfrutó de un plan de estudios y descubrió su irrefrenable pasión por el fútbol, deporte nacional italiano. Su potencia, su calidad y su planta de atleta le sirvieron para destacar sobremanera con apenas 14 años. Sin embargo, su condición de inmigrante le cerró las puertas de las convocatorias de la selección azzurra en categorías sub-15 y sub-17. En esa época, el Barça puso sus ojos en él, pero no acabó de dar el paso definitivo para poder contratarle cuando apuntaba a estrella emergente, a pesar de que llegó a posar con una camiseta azulgrana tras un recital goleador. Años después, cuando sus padres biológicos aparecieron en escena y contactaron a varios abogados para recuperar la custodia de su hijo, fueron rechazados por Mario, que llegó a insinuar que el repentino interés de sus padres ghaneses era puramente económico. Cuando alcanzó la mayoría de edad, se nacionalizó italiano, a todos los efectos, y pudo formar parte de la squadra azzurri, a pesar de las súplicas que su país de origen, Ghana, le hizo llegar para formar parte de su combinado nacional.
Rubén Uría
Jot Down/Diciembre 2011

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