Vaya por delante que, la opinión de quien escribe, va para aquellos que viven en la realidad del fútbol. Quienes se convierten en los más fanáticos futboleros sólo el día del Clásico, como quienes sólo se interesan por el futuro de España una vez cada cuatro años con una urna de por medio, quienes viven en la anécdota y en el paripé permanente, que pongan Telecinco, ahí les tienen servidos.
Por comenzar en orden, desde el planteamiento de inicio, diré que Mourinho comenzó reconociendo desde su alineación que el año pasado, además de sus historias para no dormir de contubernios varios, tampoco quedó convencido con sus propias ideas, porque ayer cambió, y mucho. Comenzó sentando a Khedira e Higuaín y sacando a Lass, Ozil y Benzema. Además, Coentrao entró por Arbeloa. Es decir, velocidad pura y dura, presión arriba a más no poder y dos pivotes en vez de tres, contradiciendo las palabras previas de su buen y servil ayudante Karanka.
Y a pesar del resultado, tampoco creo que hiciera mal. El Madrid es un equipo que defiende y ataca corriendo, un motor tremendo en quinta, así que cuanto más lo revoluciones, más peligro. Por el contrario, en estático, le cuesta muy mucho encontrarse en el campo, y sólo Xabi Alonso sabe jugar cuando hay que sacar el balón desde las marchas cortas. Por parte de Guardiola, todavía no termino de encontrarle el sitio a Cesc en su dibujo. Por momentos, ni termina de cerrar el rombo con los tres del medio, ni termina de asociarse con los dos de arriba. Es un gran centrocampista a la inglesa tipo Lampard o Gerard que sorprende mucho desde segunda línea, como hizo en su gol, pero sigo pensando que desaparece en muchas fases del partido. Por otro lado, la forma de Piqué no es la óptima, y las licencias que se permite en muchas jugadas le van a costar más de un disgusto si no se pone a tono cuando antes. Ahora mismo creo que Mascherano está por delante. Otra cosa es que, para buena parte del público, ambos jugadores sean más de lo que demuestran sobre el campo objetivamente, pero eso se debe a que son los baluartes del barcelonismo secesionista, que tanto daño hace a un gran Club y una maravillosa ciudad.
El Madrid comenzó haciendo lo suyo, presionando muy arriba. Tanto, que a los 20 segundos provocaron un error de Valdés que aprovechó Benzema. Pero es que es difícil, realmente difícil, buscarle explicación táctica o técnica a la jugada de Messi en el empate de Alexis. Así las cosas, como dijo el propio Mou, la clave del partido estuvo en la mala suerte, la mala suerte de haber coincidido en el tiempo con tres de los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial, tal cual. A saber: Xavi, Iniesta y Messi. Y es que, con el empate, de igual a igual, en estático, sin marchas largas, el Barsa se adueñó del balón de forma insultante. Así se llegó al descanso con empate. En la segunda parte, el segundo y afortunado gol del Barsa no fue más que el resultado de una superioridad técnica evidente. Con el 1-2, el Madrid se vio obligado a intentar llevar la iniciativa del juego, y en ese momento Xavi, Iniesta y Messi parecían ya tres juveniles mezclados en el campo entre 19 alevines. Cesc cerró el 1-3 final cabeceando un gran centro de Alves tras jugada de Messi.
Xavi es increíble en el pase, en sacar fútbol de la nada, Messi es el jugador más desequilibrante que he visto nunca, e Iniesta tiene cosas de los dos. Iniesta, directamente, es un futbolista atípico. Es un futbolista que se reivindica como tal jugando al fútbol, sin más. Ni se viste como el payaso de Micolor, ni se pone una cresta que hubiera firmado cualquier asistente a un concierto de Alaska en los 80, ni lleva tatuado una constelación de estrellas, ni hace el ridículo cuando celebra un gol, ni habla de más. Y esto, por desgracia, en el fútbol moderno es atípico, sin duda. De hecho, el chaval es más bien feo, calvo y procede de un humilde y pequeño pueblo de Castilla. Simplemente, juega al fútbol muy bien. Es capaz de ser el más vertical y directo, pero también sabe dormir el partido a dos toques. Y todo ello con acciones aparentemente sencillas, es espectacular. Tanto que me parece muy injusto que, el gran público, el que ve Telecinco pero hoy opina de fútbol, sólo le recuerde por el gol del Mundial. Es mucho más que eso, muchísimo.
Continuando con el análisis individual, hoy se escucha mucho que Cristiano Ronaldo se borra en los partidos grandes. Quien ha visto y ve a este jugador, sabe que es un futbolista que se ha reinventado a sí mismo. Ha elegido convertirse en una bestia físicamente y especializarse como un excelente rematador. El problema es que fuera de eso se ve muy mermado, hasta torpe. Es un morlaco de gimnasio capaz de rematar una bola encima de un árbol, pero es materialmente imposible que las piernas que ahora tiene le permitan cruzarse el campo driblando y desbordando, o que baje a recibir al medio campo para comenzar la jugada. Y ayer el Madrid se pasó la mayoría del partido corriendo detrás del balón, sin opción de remate. De ahí que Cristiano no sólo no luciera, sino que apenas apareció.
En la Final de Copa, la única vez que el Madrid ha superado al Barsa en los muchos enfrentamientos directos que han tenido últimamente, apareció el Madrid y apareció Cristiano. Y cada día tengo más claro que, el hecho de que aquella final se jugase en Mestalla, fue la clave de que la presión y el físico madridista superase al juego del Barsa. Quien ha pisado el Camp Nou y el Bernabéu, y también Mestalla, sabe que este último tiene unos cuantos metros menos de largo. Los suficientes para que el último pase o la última pared del Barsa no pudiera llevarse a cabo, y para que la tremenda presión del Madrid convirtiera la posición de los jugadores en una asfixiante lata de mejillones. Ahora bien, aparte del Barsa, creo que hay muy pocos equipos con fútbol suficiente como para superar la fuerza del Madrid, que ahora mismo tiene un partido menos. Por tanto, hay Liga.
Luis F.V.
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