lunes, 12 de diciembre de 2011

0 Papá es un hooligan (y III)

"El mayor drama que nos sucede a quienes trabajamos en equipos de élite, en edad escolar, es cuando tienes que dar la baja a un muchacho y llevarlo a jugar a otro sitio", recuerda la psicóloga del Athletic. "¿Sabes qué es lo más preocupante para el chaval o la chavala? Decírselo a sus compañeros de colegio. Ese es el primer drama".
Sin embargo, a pesar de que no figura en la encuesta, Ruiz de Oña entiende que hay una figura principal en el aleccionamiento y en la prevención de la violencia: "El entrenador es clave, el padre al final es un agente indirecto. El entrenador es la primera referencia del muchacho y esa convivencia en muchos casos es tremendamente complicada". Quizás por eso Gimeno hace hincapié en los cursos que se dan a los entrenadores o monitores para "saber entrenar a los padres y madres, porque necesariamente van a tener que enfrentarse a los progenitores de tú a tú y estos también intervienen en la formación e incluso en el desarrollo del partido". "En el fondo", asevera, "no estamos educados para superar la dificultad de ser espectadores".
La encuesta del Gobierno vasco revela algunos datos laterales abiertos al debate: ¿Es un reflejo de la violencia general? La gente preguntada (mayor de 15 años) cree que sí (totalmente un 48% y en alguna medida un 42 %), y también considera que el fanatismo es la segunda causa de conflictividad en el deporte escolar.
¿Todos llevamos un hooligan dentro cuando el vástago se pone ante nuestros ojos? Mayoritariamente, sí. Es cierto que el nivel de agresividad o de violencia verbal no se ha medido en los campos del deporte profesional, donde el ruido ahoga las expresiones. Seguramente muy pocas personas podrían levantar la mano si se preguntase quién no ha proferido un insulto en un campo de juego, desde el violento fútbol hasta el señorial tenis (contra el árbitro, contra el rival, el presidente, el portero...). El insulto al árbitro es un ritual ya concebido como rutinario y que al parecer se antoja un asunto más anecdótico que importante. "Por principio nunca critico a los árbitros y no voy a cambiar mis principios por ese hijo de puta", dijo un entrenador inglés al término de un partido.
No se escuchan frases más suaves en la competición escolar, donde por cierto cada vez intervienen más mujeres (como deportistas, entrenadoras o árbitros) que han alargado la sucia vida de la agresión verbal.
Seguramente si Santiago Bernabéu levantara la cabeza y se encaminase a aquel terreno de juego no se encontraría al padre del extremo rubio acodado en la barandilla, sino charlando con otro tipo, el representante del chaval. Y si fuera al colegio, el padre del muchacho estaría hablando con un cazatalentos. Dice el filósofo José Antonio Marina que "todo el que trabaja en un centro educativo es personal docente". ¿Trabajan los padres en el centro educativo de sus hijos? Muchos, al parecer, creen que no.
Eduardo Rodríguez Álvarez
El País 10/12/2011

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