miércoles, 11 de enero de 2012

0 La soledad, Vicente Verdú (y II)

La medicina preventiva es, desde hace años, uno de los tópicos de la modernidad pero, aun conocida la influencia devastadora de la soledad, no se conocen disposiciones o campañas para preservar a los ciudadanos. Todo lo contrario: la pérdida de amparo social, la -rivalidad, el énfasis individualista y del mercado absoluto se extienden como un modelo de prosperidad a la americana.
La actual proliferación de locales para solteros y solitarios en las ciudades, el aumento de las citas a ciegas, los, mensajes cruzados en la prensa, los teléfonos eróticos o de la esperanza, las emisiones radiofónicas de madrugada, los reality-shows, las tertulias, los romances y el sexo en Internet son fogonazos de solicitud en un espacio donde ha bajado la calidez humana. El universo social como el astronómico ha venido perdiendo grados; exactamente, se degrada.
La astrofísica y la psicofísica tienen mucho que ver entre sí. Mientras en Roseto el corazón sigue latiendo gracias a vivir entrelazados, en el este de Pensilvania, en Filadelfia (etimológicamente, el amor de los hermanos), y otras partes, cada cual va matando lentamente al otro por no hablarle ni prestarle oído. Más de un 30% de los hogares estadounidenses están ocupados por una sola persona (un 40% en Suecia), y la tendencia sigue. Las viviendas se despueblan al tiempo que se atestan las consultas del terapeuta, los silencios de los hospitales o las confesiones en público. El repetido espectáculo actual -fuera y dentro de Espafia- de la intimidad clamando en los media demostraría por sí solo hasta qué punto empuja el instinto exasperado de vivir siendo audible y visible para los otros.
Vicente Verdú
El País/16-05-1996

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