jueves, 8 de marzo de 2012

0 Juego sucio en los Busby Babers (y VI)

James Bartholomew, periodista y escritor inglés, cuenta que, antes del establecimiento de la educación, las pensiones y la sanidad públicas, Gran Bretaña era un lugar maravilloso. Es inexplicable que pueda echar de menos la mano de obra infantil, la pobreza y el chabolismo generalizados que tuvieron que soportar nuestros bisabuelos. Aun así, comienza su libro The Welfare State We´re In [El estado de bienestar en el que nos encontramos] con un capítulo titulado “De Stanley Matthews a Vinnie Jones”. A su juicio, el fútbol inglés a decaído desde los tiempos felices de la década de 1950 –cuando se dedicaban a ese deporte caballeros como Stanley Matthews, que disfrutaban jugando limpio y bien- hasta el juego que ofrecen hoy unos matones de baja estofa.

Pregunté a Harry Gregg qué le parecían esas opiniones y me contestó: “No sé a que deporte se refiere [Bartholomew], pero, desde luego, no es el que jugaba yo”.

Gregg es inteligente, perspicaz y honrado a carta cabal. También fue uno de los mejores atletas de su generación. Su descripción de la dureza del fútbol en la década de 1950 pone los pelos de punta. Por ejemplo, en la final de la copa de la FA de 1958, en la que jugaron contra el Bolton algunos supervivientes de Múnich, Nat Lofthouse, el poderoso delantero del Bolton, protagonizó un incidente –una jugada sucia a Gregg- que llegó a ser tristemente famoso. Gregg tenía el balón en las manos, Lofthouse lo empujó, lo hizo traspasar la línea de meta y marcó el gol que daría el triunfo al Bolton y destruiría el sueño de la nación. Sin embargo, debemos tener en cuenta dos cosas: la primera, que Lofthouse no actuó por cuenta de nadie (sencillamente, cargar contra el guardameta formaba parte del “juego de hombres”, que era el fútbol en la época, y la segunda, que Harry Gregg, que resultó herido, no abandonó el campo, sino que siguió jugando.

Declan Hill
Juego Sucio. Fútbol y crimen organizado

Nat Lofthouse y Harry Gregg

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