viernes, 9 de marzo de 2012

0 Las víctimas americanas de “La bestia” (I)

El territorio desde aquí hasta la frontera es un lugar de muerte dominado por los Zetas. Hay numerosos peligros, y el emigrante es un candidato seguro al asesinato y a la tortura. No podemos dejarles ir sin darles la última advertencia”, me dice, delante de un mapa, el padre Pedro Pantoja, director del albergue Belén Posada del Migrante, en Saltillo, a 300 kilómetros de la frontera con Tejas. La luz es escasa, mortecina, en el pequeño comedor comunal donde nos recibe. Pantoja, amenazado de muere por los Zetas, el cartel de droga más sanguinario de México, habla con resolución, con una voz imponente que uno diría flotando entre lo místico y lo apocalíptico si no fuera porque de su boca no pueden salir más verdades: “Mucha gente no entiende la eficacia del crimen organizado. El Estado siempre pierde con sus estrategias porque el crimen organizado es muy eficaz. En el sureste también se basan en el salvajismo y la crueldad; aquí en el norte, además es superado por la inteligencia. Son la empresa perfecta porque está infiltrada en los estamentos de la sociedad. Aquí los mafiosos son ganaderos, son banqueros, y están en los aparatos del Gobierno y de la policía”.
El sacerdote no tiene miedo porque, como dice, su fe está a prueba de zetas, y su vida, dedicada en cuerpo y alma a ayudar a los miles de emigrantes que cada año intentan alcanzar Estados Unidos. Nos pide que no fotografiemos todos los datos del mapa de la frontera, donde podemos leer coordenadas, pasos clandestinos, indicaciones de peligro o trucos para sortear determinado río o un control de emigración. Pantoja les llama “cursos de capacitación para el viaje” y se los hace memorizar a los emigrantes que tiene acogidos en el albergue. “Cada noche, un ingeniero, un amigo, un estratega que se tomó la molestia de hacerse el recorrido paso a paso ubica al emigrante en su camino: cómo evitar o escaparse del crimen organizado y de los Zetas, cómo sobrevivir en el desierto, cómo ahuyentar a las fieras, cómo huir de los border patrol [patrullas de frontera] y cómo atravesar el río Bravo. Al maestro lo llamamos con cariño Chuck Norris”, dice, sonriendo, aunque esa muesca de humor es la única que este hombre se permite en toda la conversación.
Jon Sistiaga
El País Semanal, 04.03.2012

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

No queda sino batirse Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates