jueves, 17 de mayo de 2012

0 El Derby de Kentucky es decadente y depravado (XII)

Me desperté alrededor de las 10.30 del lunes en la mañana por un chirrido que provenía de la puerta. Me apoyé en la cama y abrí la cortina lo suficiente para distinguir a Steadman afuera. “¿Qué mierda quieres?”, le grité.

“¿Qué hay del desayuno?”, dijo.

Me levanté y traté de abrir la puerta, pero se quedó atascada por la cadena de noche y se volvió a cerrar. No fui capaz de sacar la cadena! No había caso con ella—así que la rompí con una furiosa sacudida de la puerta. Ralph no se inmutó. “Mala suerte”, dijo.

Apenas podía ver algo. Tenía los ojos tan hinchados que casi no podía abrirlos y la brusca irrupción de la luz a través de la puerta me dejó aturdido e indefenso como un topo enfermo. Steadman estaba farfullando acerca de náuseas y el terrible calor; me senté en la cama y traté de enfocarme en él mientras se movía alrededor del cuarto de forma extraña, hasta que, repentinamente, sacó una Colt.45 y apuntó con ella a un cubo de cerveza. “Cristo,” dije. “Estás perdiendo el control.”

Él asintió mientras rompía la tapa de la botella, tomando un largo trago. “Sabes, este lugar es realmente espantoso,” dijo finalmente. “Tengo que salir de aquí…” él movió su cabeza con nerviosismo. “El avión sale a las tres treinta, pero no sé si pueda soportarlo.”

Casi no podía oír lo que decía. Finalmente mis ojos se habían abierto lo bastante para enfocarme en el espejo que estaba al otro lado del cuarto y quedé sorprendido al reconocer lo que vi en él. Por un momento pensé que Ralph había traído a alguien—un modelo perfecto de esa cara que habíamos estado buscando. Ahí estaba, por Dios—una caricatura hinchada, devastada por el alcohol, enfermiza…la horrible versión animada de una vieja foto, arrancada al álbum familiar de una orgullosa madre. Era la cara que habíamos estado buscando—y era, por supuesto, la mía. Horrible, horrible…

“Quizás deba dormir un rato más,” le dije. “Por qué nos vas al “Pueblo del Pescado y la Carne” y comes algo de ese pescado podrido y esas papas fritas? Luego regresas acá y me despiertas cerca del mediodía. Me siento demasiado cerca de la muerte para salir a la calle ahora.”

Él movió su cabeza. “No…no…creo que iré a mi cuarto y trabajaré con los bocetos un rato”. Él fue a sacar dos latas más del cubo. “Intenté trabajar antes,” dijo, “pero mis manos estaban temblando…Es terrible, terrible.”

“Tienes que dejar de beber”, le dije.

Él asintió. “Lo sé. No es bueno, no es para nada bueno. Pero por alguna razón me hace sentir mejor…”

“No por mucho,” le dije. “Tú vas a caer en una especie de histérico Delirium Tremens esta noche—probablemente justo cuando te toque tomar el avión en Kennedy. Ellos te pondrán una camisa de fuerza para reducirte y te arrastrarán hacia Las Tumbas antes de golpearte en los riñones con grandes palos una y otra vez—hasta que te calmes.”


Hunter S. Thompson
Scanlan's Monthly,1970

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