jueves, 24 de mayo de 2012

0 Últimas horas con Ernest (II)

9.00 horas
HABLA DE ETA EN RADIO EUSKADI
Las luces se habían apagado en el piso que Ernest Lluch compartía con la bibliotecaria Montserrat Lamarca (de su primera mujer, la que le dio tres hijas, se había separado en 1986) ya de madrugada. «Después de la tertulia deportiva le llevé en coche a su casa. Nos despedimos a la una menos diez», cuenta Lluis Foix, director de La Vanguardia digital. Mientras Lluch se iba a dormir, la última carta que había enviado a su hermano Enric, profesor ya jubilado, iba camino del buzón. Todo seguía su curso normal, rutinario. Faltaban apenas seis horas para que el veterano socialista volviera a despertar.

El reposo, como ya era costumbre en él, fue breve. «Me levanto muchos días a las cinco y cuando voy a la radio ya lo he leído todo», comentó alguna vez a un compañero de despacho. Su último día se despertó algo más tarde, a las siete. Dos horas después, como cada martes, tenía una cita con el País Vasco. «Era un hombre muy cercano», ha dicho de él el propio Arzalluz. Tanto que Radio Euskadi lo fichó como analista y tertuliano.

Aunque habitualmente acudía a pie a la Facultad, ese día cogió el coche. Un Toledo había sustituido a aquel otro Seat Panda verde y rojo con el que se condujo sin que se le cayeran los anillos tras dejar el Ministerio y volver a las aulas. Desde su casa, a un tiro de piedra del Camp Nou, Ernest Lluch se dirigió primero al estudio seis de Cataluña Radio. El técnico Jordi Sánchez hizo las conexiones con la emisora vasca. Fue su última tertulia radiofónica, y lo hizo dirigiéndose a su segundo pueblo. Habló de lo difícil que lo tenían allí sus compañeros de partido y también del último comunicado de ETA, en el que la organización terrorista decía que nunca quiso la muerte del conductor de autobús de Madrid Jesús Sánchez. «Esa referencia a la mala suerte que aflige a los tibios», dijo Lluch, «es una frase del Evangelio. Todo esto es una locura».

Él nunca fue tibio con ETA. Recientemente publicó un artículo en el que venía ademostrar que la primera víctima de la banda fue una niña, María Begoña UrrozIbarrola, el 28 de junio de 1960. Y no un miembro de la denostada Brigada Político Social del franquismo (Melitón Manzanas), como ellos siempre han pregonado. «Indigno inicio en el pecado original de ETA», escribió el ex ministro en el artículo, que tituló El problema de mi querida tierra vasca.




Ildefonso Olmedo
El Mundo,26 de noviembre del 2000

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