Morir el mismo día
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Casualidad
lúdico-temporal la que lleva a los dictadorzuelos del todo a 100, a morir el mismo
día que su alma máter prostituida. Así todos nos acordamos de ese cadáver en
casi descomposición de Franco para hacerle coincidir con el fallecimiento de
José Antonio Primo de Rivera, a quien tantas veces traicionaría
argumentalmente. Ayer, 5 de marzo, la casualidad quiso también que Chávez
falleciera el mismo día que lo hiciera Stalin en 1953. Siniestras coincidencias
la de unos extremos chocantes como lados positivos y negativos de pilas
oxidadas y sin carga para terminar con una máxima: tanta paz lleven, como
descanso dejan.
Darío Novo y A.Briega
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