miércoles, 10 de abril de 2013

0 Entrevista de Manuel de Lorenzo a Quique González (I)


80 preguntas directas y 80 respuestas sinceras. Nada más. Sin colorantes ni conservantes. En eso vino a consistir más o menos este tit for tat con forma de entrevista que mantuvimos hace unos días en el Café Molar de Madrid con Quique González, quien a sus 39 años se ha convertido en uno de los compositores y cantantes más respetados del rock español. Con nueve discos en el mercado —los dos últimos, Daiquiri blues y Delantera mítica, grabados en Nashville a las órdenes de Brad Jones— y más de 15 años de carrera profesional, Enrique González Morales (Madrid, 1973) es, sin duda alguna, alguien con quien merece la pena hablar de música. Y de cualquier otra cosa.

¿Queda algo del Quique González de Londres y los pequeños locales de Madrid en el Quique González de los nueve discos?
Sí, claro. Estoy hecho de ese material. Siempre me he considerado y me seguiré considerando un músico de club. Me siento un músico de bar y, de hecho, intento seguir tocando en clubs siempre que puedo, de forma más o menos clandestina.
¿Qué te hizo regresar?
Básicamente no tenía muy claro qué hacer con mi vida allí. Curraba en un restaurante de comida rápida, empezaba a hacer las primeras canciones que me gustaban… Y cuando ya tenía cuatro que realmente me gustaban de verdad y creía que podían tener cierto nivel, me dije: “Para estar currando en un restaurante de mierda en Londres, me vuelvo a España, busco otro curro de mierda, y al menos puedo tocar por las noches en algún sitio”. En Londres habría tenido que tocar versiones de Los Panchos en los restaurantes. En Madrid iba a seguir teniendo un curro horrible, pero podía compaginarlo con tocar en locales por la noche.
Aún así parece una apuesta arriesgada.
Hay que apostar por algo, ¿no?
Sí, pero te la podrías haber pegado.
Esto es música. Si quieres algo seguro, estudia Administración de Empresas.
(risas) ¿En una buena canción tienen más peso la música y la melodía principal o la letra?
La letra. Por lógica se debería decir que es el cincuenta por ciento, pero yo creo que la letra es como mínimo el sesenta por ciento de una canción.
¿A qué se debe entonces el éxito de canciones en idiomas que pocos de los que las tararean entienden? Por ejemplo, el éxito en España de canciones de Dylan o Neil Young.
A que la letra es el sesenta por ciento, precisamente (risas). Aunque no lo entiendas del todo, la profundidad y el aura de gente como Bob Dylan y Neil Young presuponen un valor en la letra. Otra cosa habría sido si me hubieras preguntado por el éxito de canciones de un ámbito más comercial… Aunque tampoco creo que Dylan o Young hayan tenido nunca grandes éxitos en España.

¿Crees entonces que una buena letra puede hacer buena a una canción mediocre en cuanto a la melodía y la armonía? ¿Y al revés? ¿Puede una mala letra estropear una canción buena?
Una buena letra puede hacer que una canción tenga un valor añadido, pero creo que una buena melodía y un buen arreglo no pueden llegar a trascender. Pueden llegar a tener éxito, pero no pueden llegar a ser una gran canción.
A la hora de componer, ¿por dónde empiezas?
Intento siempre que la letra y la música vayan en paralelo. Creo que cuando vas escribiéndolas simultáneamente, una parte ayuda a la otra. Y ojalá siempre ocurriera así. La verdad es que nunca he tenido un método patentado para escribir canciones. Y creo que tampoco existe el método correcto. El misterio es más importante que el método.
Porque tú eres autodidacta, ¿no?
Sí. Nunca he sido muy disciplinado. He tenido muy poca disciplina como para entrar en conservatorios y cosas así. Dice Calamaro que nos distinguimos entre músicos y músicos de rock. Yo soy un músico de rock.
¿Estás de acuerdo con la idea de que en el rock el músico autodidacta es más creativo que el músico de conservatorio, al que se suele considerar más técnico pero más atado a la partitura?
Estoy de acuerdo relativamente. Cuando no tienes un conocimiento muy vasto de la música y de cómo funciona desde un punto de vista matemático, se produce un misterio que favorece que hagas cosas que no estén tan pensadas como si tuvieras una formación más académica y una visión más cartesiana de las cosas.
¿Cuál fue la primera guitarra que te compraste?
Una Fernandes.
¿Era la que querías o la que te podías comprar?
La que me podía comprar, por supuesto (risas).

¿Cuál fue tu primer capricho con forma de guitarra?
Una Gibson J-45 que me compré en el 2001. Y la sigo teniendo. Es mi guitarra favorita ahora mismo.
Eres más de Gibson, entonces.
Soy más de Gibson, sí.
Incluso en las acústicas.
Sobre todo en las acústicas. Fender no tiene acústicas buenas.
Es extraño. Escuchando tus canciones, te hacía más de Martin y Taylor.
Martin y Gibson. En acústico solo uso Martin y Gibson. Solo tengo acústicas Martin y Gibson, de hecho.
¿Y en eléctrico?
Ahí Fender gana un poco. Pero también tengo Gibson buenas, eh…
(risas) Cambiemos de tema. ¿Crees que todavía queda alguna historia por contar?
Por supuesto.
Es que a veces parece que ya está todo escrito, que es difícil encontrar historias que no sean una reformulación de otras que ya han sido escritas.
Para mí es al revés. Creo que es más fácil contar nuevas historias desde sitios donde ya se han contado que contar viejas historias desde un sitio nuevo.
¿Depende la letra de una canción del estado de ánimo de su autor? ¿Se puede escribir sobre sensaciones que no se están teniendo y aun así conseguir que sea creíble?
[Quique se detiene unos segundos a pensar y remueve un poco su café con la cucharilla] A mí me tiene que tocar lo que escribo. Me tiene que tocar emocionalmente. Pero no lo sé. En cada caso será distinto.

Decía Lennon que en sus canciones, de un modo u otro, al final siempre hablaba de sí mismo o para sí mismo. ¿Cuánto hablan las tuyas sobre Quique González?
Siempre he pensado que mis canciones van en paralelo a mi vida. Y no lo digo en el sentido de hacer algo completamente autobiográfico sobre lo que me esté pasando, pero el período en el que esté viviendo condiciona absolutamente las canciones que compongo y el tono de todo lo que escriba.
Tú no eres tus personajes, pero tus personajes son tú”, que decía Carver.
Totalmente de acuerdo. Incluso si hablas de Dios, en un sentido metafórico, estás hablando de ti mismo.
A propósito de Carver, tengo entendido que te apasiona la poesía.
Sí, me gusta mucho.
Recomiéndanos algún autor.
No sé, me gustan tantos… Soy muy fan de Miguel Hernández, sobre todo. Pero estoy muy cerca de gente como Luis García Montero, con el que incluso estoy empezando a hacer canciones, a musicar canciones suyas. Y de gente nueva como Óscar Aguado, un poeta desconocido pero con un talento alucinante. Me encanta Bukowski, me encanta Felipe Benítez Reyes… Me gusta mucha gente.

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